Personalmente ya había asistido a
varios conciertos de la sinfónica de la UNAM, sin embargo, considero que fue
uno de los conciertos más bellos a los que he asistido, pues tuve la
posibilidad de escuchar a la violinista Suyoen Kim que Interpretó
el concierto para violín de Sibelius cada una de las piezas que interpretaba lo hacía de una manera muy
bella, expresando cada uno de sus sentimientos y lo que le hacía sentir la música,
con lo movimientos de su cuerpo. Me gusto mucho escuchar la interpretación de
este bello instrumento, pues personalmente me gusta mucho y me gustaría aprender
a tocarlo., y poder comunicar a las personas por medio de la música tantos sentimientos
y emociones como me permitió sentir la violinista Suyoen Kim, a la cual se le nota que le
apasiona lo que hace y lo disfruta al máximo.
La segunda parte del concierto, consistió
en la patética de Tchaikovsky, nunca la había escuchado, por lo que me pareció
muy bella al escucharla y ver como toda la orquesta la tocaba. La patética,
representa la vida de Tchaikovsky y la represión y problemas que tuvo que
soportar a lo largo de su vida, debido a su orientación social y la época en la
que vivía.
Toda la
sinfonía representa el final de una vida, una lucha inútil contra una muerte
inexorable. Las melodías descendentes se suceden una tras otra en una
decadencia paulatina, mientras el hilo conductor, ese «motivo del destino», esa
apoggiatura desgarrada, va
reapareciendo en cada movimiento para acercarnos un poco más a lo inevitable.
La obra acaba en un decrescendo
casi infinito, hasta que el último eco de sonido se extingue.
Poder asistir a este tipo de conciertos, me parece una experiencia muy buena, pues por el mínimo costo de $25.00 pesos, puedes disfrutar de melodías que realmente valen la pena y que nos ayudan a educar a nuestro oído y aprender a disfrutar y apreciar todo lo que nos ofrece la UNAM.
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